en una casa en zinacantán

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muy poca gente en las calles, ni un solo turista, solo yo, con ese sombrerito negro y una camiseta de la banda bogotana r.a.z.a que tiene una rata dibujada y que en una mano tiene una botella y en la otra un porro y del humo salen unas letras que forman la palabra callejeros y la gente que me cruzo se me queda mirando con curiosidad, la misma con la que yo los miro a ellos y pasan gallinas y gallos y ovejas y mujeres con esos lindos vestidos y yo bien desubicada no sé ni para dónde voy caminando y veo las casitas bien arriba en la montaña y para allá me quiero ir, un dibujo en una casa, como una excusa para conocer una por dentro; luego de perderme y llegar a un camino sin salida, devolverme y subir de nuevo la montaña, llegué a una de las casas, y 3 mujeres de diferentes edades en la puerta, una como de 3 años, una como de 5, otra como de 18, y les digo lo de los dibujos y ellas miran los cuadernos y una quiere dibujar, entonces acomodan una mesita de patas bien corticas y una silla del tamaño justo para la mesa y la niña se sienta y saca los colores y acomodan otra sillita y me invitan a pasar a la casa y a sentarme ahí, se anima otra de las chicas y dibuja también;
tratando de disimular mi curiosidad abro bien los ojos para no perderme nada y volteo la cabeza rápido, desde la puerta girando la mirada por la izquierda, lo primero que veo es un arrume de ropa bordada encima de unas sillas, luego mas al fondo un altar de la virgen de guadalupe acompañado de flores y luces como las de navidad, tantas como flores, al lado un televisor en el que estaban dando patito feo y una niña al frente miraba la novela mientras bordaba flores en un chal, luego una puerta cerrada, al lado, en la pared colgados platos, ollas, cucharones, etc, una señora y un señor mayores sentados alrededor de una hoguera de leña que servía para calentar una olla de barro y lo que sigue mi cabeza no alcanzó a ver, no tengo fotos de la casa ni de las personas que allí estaban, a excepción de la niña que dibujó, porque no me lo permitieron,
les pedí prestado un chal de flores para seguir copiándolas en mi cuaderno azul mientras que una de las niña delineaba con negro una rosa y la otra hacia un paisaje de zinacantán
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